La universidad del sur de California, investigadores de Suiza y el CEAB han realizado pruebas cerca de carreteras que demuestran que aumentan las probabilidades de sufrir un infarto si se vive cerca de ellas.
La causa no radica en la desesperación de estar horas embotellado, tampoco de los gritos de otros conductores ni de los fuertes ruidos causando por los grandes camiones; está en los tubos de escape.
Esa gran cantidad de automóviles que pasan de manera constante contaminan el lugar de sus tóxicos gases acelerando el proceso de ‘ateroesclerosis’ lo que endurece y estrecha nuestras venas haciéndonos más propensos.
No hace pensar un poco cuando recordamos que los problemas cardiovasculares son la principal causa de muerte en el occidente.
Excelente post,una vez más