Aunque los televisores LED son los reyes de los escaparates estas Navidades, vamos a mirar un poco al futuro y hablar de lo que está por venir. Hablamos hoy de pantallas OLED.
Y nos vamos a centrar en las diferencias entre un televisor LED y uno OLED, porque el año que viene está previsto que empiecen a llegar al mercado de forma más decidida.
Qué son las pantallas OLED
Si las pantallas LED dijimos que nos traían al mundo de los televisores un menor grosor, consumo y mejores datos de calidad de imagen en el campo del contraste, las pantallas OLED afinan esas mejoras y las llevan un paso más allá.
La base de las pantallas OLED es un diodo orgánico de emisión de luz (Organic Light-Emitting Diode) que genera y emite luz por sí mismo. Esa características es la principal diferencia entre un televisor LED y uno OLED. En el primer caso, los LEDs son usados para iluminar el panel del televisor, pero los televisores OLED están formados por los propios diodos, que no necesitan fuente trasera de luz porque ellos son la luz.
Esa emisión de luz por sí mismos dota a las pantallas OLED de posibilidades en su grosor casi imposibles. Hay modelos de pantallas OLED de solo 0.05 mm de grosor, algo increíble, pero también podemos pensar en superficies que actúen como pantallas, aplicaciones en el hogar o pantallas flexibles, ya que en el caso de los diodos orgánicos, podemos colocarlos en capas de plástico, más flexibles que el cristal de los LCD.
Mejoras en la imagen de la tecnología OLED
Además de unos grosores casi inapreciables, la tecnología OLED es buena para los televisores porque mejora características básicas de la imagen. El caso más apreciable a simple vista es el contraste, que aumenta de forma exponencial. No depender de luz trasera hace que los píxeles de la imagen puedan tener negros más puros. Valores de millones en el contraste son habituales en las pantalla OLED.
El brillo y la flexibilidad son otras mejoras que acogen las pantallas que cuentan con tecnología OLED. También el ángulo de visión es mucho mejor, la velocidad de respuesta más veloz y todo ello con un consumo menor al no tener luz trasera, que como vemos es un clave importante para los televisores basados en esta tecnología.
Pero claro, una tecnología tan nueva también tiene inconvenientes que están en trámites de ser solucionados. El precio es el más mediático, con unos costes en tamaños grandes insostenibles, aunque este aspecto tendrá fácil solución en el momento en el que la producción aumente, pues es más económico fabricar equipos OLED que LED, por ejemplo.
Ya en el campo más técnico, los materiales OLED tiene un uso limitado debido a la degradación que sufren, principalmente el color azul (unas 14.000 horas de vida útil, aunque ya se ha dado con la clave para solucionarlo).
Los ambientes con humedad o en general el agua es una de las pesadillas de los diodos orgánicos usados en los televisores OLED.
Por todo ello es en equipos de reducidas dimensiones donde las podemos ver ahora. Tampoco hay que dejar de lado el dilema que plantean para su reciclaje, nada claro todavía.
Vía: xataca