Al levantarse por la mañana y con la vista nublada aún por el sueño, Paula Griffin buscaba las gotas que usa cada mañana, pero en su lugar se colocó un par de gotas del pegamento que se encontraba en una botella casi idéntica.
Su fatal error ocasionó que su ojo derecho quedará totalmente sellado y le hizo sentir un gran ardor, por lo que acudió de inmediato con un doctor, según publica el Daily Mail.
“Tan pronto como de coloqué las primeras gotas supe que algo andaba mal. Eran muy espesas y nada parecidas a las que usaba”, dijo Griffin. La mujer se las arregló para eliminar algo del líquido del centro de su ojo, lo que la salvó de un daño permanente. Sin embargo, no pudo retirar el pegamento por completo y esto causó que sus párpados quedaran pegados.
“Estaba casi agonizando, el ardor era demasiado y el instinto me llevó a cerrar el ojo, pero en cuanto lo hice, mis pestañas quedaron unidas. Tenía mucho temor de perder la vista”.
En un principio, los doctores le dieron parafina para que el pegamento se disolviera, aunque ésta no dio resultado. Entonces, “me dijeron que tenía sólo tres opciones: dejar que se despegara de manera natura, lo que podía conllevar mayor daño; seguir intentando con la parafina; o que me removieran las pestañas para forzar a que el ojo se abriera”.
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Tras la intervención, en la que le realizaron un corte a lo largo del párpado, Paula tuvo que tomarse una semana sin ir a trabajar y tampoco pudo conducir por varios días. “Es horrible no tener pestañas, pero no me arrepiento de haberme decidido por la intervención”, señala.
Por su parte, el doctor Simon Bell, quien la atendió en el Hospital Poole, mencionó que si el pegamento hubiera caído en el centro del globo ocular, las posibilidades de que se hubiera presentado un daño permanente habrían sido muy altas.
Vía: nerao