Las Perseidas, como se llama a esta desprendimiento espontáneo de cuerpos celestes, son visibles desde el 17 de julio al 24 de agosto, pero alcanzan un pico de actividad que este año será entre este sábado y el domingo.
Esto sucede cuando nuestro planeta cruza la órbita del cometa Swift-Tuttle, que tiene un período de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. Cuando un cometa se acerca a las regiones interiores del Sistema Solar su núcleo, formado por hielo y rocas, se «sublima» debido a la acción de la radiación solar y genera las características colas de polvo y gas. La corriente de partículas resultante se dispersa por la órbita del cometa y es atravesada cada año por la Tierra en su recorrido alrededor del Sol.
Las partículas de polvo se desintegran al entrar a gran velocidad, unos 60 kilómetros por segundo, en la atmósfera terrestre y crean los conocidos trazos luminosos que reciben el nombre científico de meteoros.
Se recomienda alejarse de la luz de las ciudades y, sin prismáticos ni telescopios, abarcar el mayor campo de cielo posible, buscar un horizonte despejado y visibilidad a unos 20 grados alrededor del radiante.
La Luna estará en fase menguante, con lo que su luz no competirá con la de las cientos de estrellas fugaces que iluminen el cielo.
Su mejor observación será la primera parte del anochecer, en cuanto el cielo esté oscuro y antes de que la Luna haga su aparición sobre el horizonte, entre las 22:00 y las 02:00 de la mañana, tanto en este sábado como el domingo.