Quién no ha jugueteado un poco a la hora de quitarse una frondosa barba: dejándose el bigote para ver cómo le queda o permitiendo la existencia efímera de unas patillas setentosas. Jon Dyer en su sitio ha inmortalizado estos ensayos estéticos demostrando que el que quiere parecer interesante con ayuda de una barba, logra tener pelos en la cara.
A la Souvarov es uno de esos modelos que crean un efecto notable. Lo mismo que este caprino modelo. De alguna forma nuestro amigo captó la pérdida de coolness que significa hoy en día un bigote clásico.
Claro que algunas se exceden un poco en excentricidad. Es el caso de la llamada Hulihee o de «El Insecto». Y por supuesto no puede faltar el bigote tipo cepillo de dientes que uno relaciona automáticamente con Hitler pero que también usaron Chaplin y Oliver Hardy.
Vea las disposiciones más ocurrentes de las pilosidades faciales en Dyers.org.