Hay leyendas del deporte que no conocemos, pero ninguna como la holandesa Esther Vergeer. La tenista ha ejercido un dominio en su disciplina mayor que ningún otro deportista en las últimas décadas: ha perdido un partido en los últimos siete años, colecciona 252 torneos seniors, fue capaz de ganar 250 sets consecutivos entre agosto de 2004 y octubre de 2006 y lleva, antes de los cuartos de final de los Juegos Paralímpicos, 345 partidos seguidos ganados.
Nadie puede igualar su palmarés, en ningún deporte. El dominio de Vergeer es incontestable, y todos los datos que se añaden a su biografía lo contrastan: es número uno del Mundo en individuales desde abril de 1999, y en dobles desde octubre de 1998. En los últimos siete años sólo perdió una vez, en 2003 en el Open de Australia. Ha ganado el Premio Laureus al Mejor Deportista Discapacitado dos veces. Su récord como profesional es 548 victorias y 25 derrotas. Colecciona las medallas de oro en los dos últimos Juegos Olímpicos, tanto en individuales como en dobles. ¿Hay algún otro deportista de la historia capaz de comprársele en dominio?
Parapléjica por un error médico
Vergeer quedó parapléjica tras una operación cuando tenía ocho años. Le tenían que corregir un defecto de nacimiento en una vena cercana a la espina dorsal «y también me quitaron las venas buenas. Cuando acabé, tenía parálisis», cuenta ella misma.
Antes apenas había había practicado deportes, pero empezó a jugar al baloncesto (fue campeona de Europa con la selección en 1997) y después, al tenis. Aad Zwaan, el mejor entrenador del mundo y culpable de que Holanda tenga los mejores tenistas en silla de ruedas, empezó a trabajar con ella y se convirtió en un fenómeno mundial. «Este deporte es una oportunidad. Cuando quedas en una silla de rueda puedes quedarte mirando por la ventana cómo crecen los tulipanes o hacer algo con tu vida», dice Zwaan, resumiendo la filosofía con la que afronta el entrenamiento de estos deportistas.
Una celebridad en Holanda
Vergeer se ha convertido en alguien muy conocido en Holanda. Desde hace dos años es profesional y puede jugar torneos por todo el Mundo, gracias al apoyo del Comité Olímpico holandés y de varios patrocinadores. Es la única estrella del deporte para discapacitados de su país. «Cada día la gente me reconoce más por la calle», señala.
La tenista considera, además, que cuando se retire del tenis empezará a darse cuenta de lo difícil que es la vida en una silla de ruedas. «Ahora mismo, quitando subir escaleras o lanzarme en trampolín, puedo hacerlo todo. Pero cuando deje el tenis querré encontrar un marido y fundar una familia, y seguro que eso sería más fácil de conseguir con un par de piernas», sentencia.