En el libro de Harold McGee encontramos la respuesta del por qué se produce esa sensación en la boca, por lo menos con los primeros peta zeta ya que hoy se elaboran incluso de otras formas (mezclando glucosa y otros ingredientes con dioxido de carbono, al derretirse los caramelos o mordelos se libera el dioxido de carbono que al mezclarse con la saliva chisporrotea.
McGee nos habla de otro tipo de peta zetas que se fabrican con azúcar y esencia de gaulteria. Esta mezcla produce que al morder el azúcar se rompan la sacarosa y de repente se produce un desequilibrio de carga eléctrica entre los dos trozos. Como hay más electrones en un fragmento que en otro los electrones saltan para equilibrar la diferencia.
Por el camino, los electrones chocan con molécula de Nitrogeno del aire y se produce el chispazo en movimiento y además un pequeño estallido en forma de luz que se pueden ver pequeños fogonazos al comerlo.
Me acuerdo que teniamos que escondernos para comer estos caramelos, siempre mi madre tenía la (buena) excusa de no dar demasiado trabajo al dentista, que, según su tono intimidatorio, la del dentista era una visita que provocaba dolor a todos los niños. Resultado es que creciendo no nos hicimos muy golosos, unicamente el mas peque de nosotros, Fernando, a quien se quitaron las prohibiciones y se le concedió comer caramelos varios, fue el que ahora visita mas a menudo al dentista… y al dietólogo!. Que gracia!