La risa es un cuchillo de doble filo. Por un lado, las carcajadas no sólo son muestras de felicidad, también provocan efectos positivos en la salud. Por algo se han puesto tan de moda las risoterapias, donde gente que no se ha visto en la vida se junta para echarse unas risas. Pero por otro lado, el carcajeo puede ser causa de muerte: el corazón se acelera y para quién no esté muy en forma, una alegría muy entusiasta puede ser fatal. Cannongate ha hecho un listado de personas que dejaron este mundo de la mejor manera posible: en medio de un sano ataque de risa.
El primero en la historia en morir de la risa fue Calcante, poderoso adivino y profeta de la mitología griega. Existen dos versiones distintas sobre su muerte, una triste y la otra alegre. Nos quedamos con la segunda que cuenta que Calcante fue sentenciado por otro adivino a que nunca llegaría a probar el vino de sus uvas. Llegado el momento, Calcante invitó a su rival a beber pero al repetir éste la profecía, Calcante soltó tal carcajada que murió asfixiado.
2 Zeuxis (s. V a.C.)
Pintor de enorme prestigio en el siglo V a.C., Zeuxis sigue siendo famoso gracias a la anécdota que relata que pintó unas uvas de manera tan realista que engañó incluso a los pobres gorriones que intentaban picotearlas sin éxito. De Zeuxis dicen que mientras estaba pintando una escena cómica no dejaba de reírse de lo graciosa que le parecía su propia obra, hasta que murió de un ataque… de risa, se entiende
3 Crisipo de Soli (s. III a.C)
Respetado y admirado, Crisipo de Soli, filósofo del siglo III a.C. y máxima figura de la escuela estoica tras la muerte de su fundador, Zenón de Citio, murió de manera muy particular para tratarse de un estoico. Y es que el pillo de Crisipo le dio de beber vino a su burro y al ver que el pobre animal medio piripi trataba de zamparse unos higos a nuestro filósofo le dio la risa y se murió. Menudo cachondeo.
4 Pietro Aretino (1556)
Dejó este mundo hace 450 años dejando una inmensa fortuna cosa impensable para un poeta que vivía sólo de sus versos. Polémico, ingenioso e irreverente, aseguran que Aretino murió de la risa cuando su hermana le contaba una historia subidita de tono. En medio del ataque, cayó de espalda preso de una apoplejía. Sólo con leer el epitafio que él mismo escribió, da una idea de quién era este simpático poeta: “Aquí yace Aretino, poeta toscano, de todos habló mal, salvo de Cristo, excusándose con la razón: «no lo conozco»”
5 Sir Thomas Urquhart (1660)
Escritor y aristócrata escocés del siglo XVII, Thomas Urquhart es más conocido por ser el primero en traducir del francés al inglés las cinco novelas que conforman “Garagantúa y Pantagruel” de Rabelais. Increíblemente pedante y pretencioso en su prosa, se cuenta que al recibir la noticia de la Restauración de Carlos II de Inglaterra, se tronchó de tal manera que se quedó fiambre.
6 La señorita Fitzherbert (1782)Un día de abril de 1782 la señorita Fitzherbert, una respetable viuda inglesa, fue al teatro Drury Lane con unos amigos para ver “La Opera del Mendigo” de John Gay sin saber que esa sería su última salida. En efecto, cuando el famoso actor Charles Bannister salió a escena interpretando el papel de Polly, todo el mundo sucumbió en un ataque de risa y nuestra viuda también, sólo que a ella la tuvieron que sacar del teatro y llevársela a casa sin para de reír hasta la mañana siguiente, cuando exhausta, exhaló su último suspiro.
7 Alex Mitchell (1975)
Este albañil de King’ Lynn, Inglaterra, estaba muy feliz (nunca mejor dicho) viendo junto a su mujer The Goodies, una serie inglesa de humor absurdo de los años 70 y 80. Alex no paraba de soltar carcajada tras carcajada hasta que la última le duró 25 minutos seguidos y acabó en un ataque cardíaco. Este triste desenlace no impidió que su viuda les escribiera a los Goodies una carta de agradecimiento por haberle hecho pasar un momento tan agradable a su difunto marido.
8 Ole Bentzen (1989)
Otorrinolaringólogo danés especializado en el desarrollo de audífonos para países en vías de desarrollo, Ole Bentzen es mucho más conocido por su forma de morir que por su labor social. Y es que decirle adiós a este mundo por partirte de la risa mientras ves la peli “Un pez llamado Wanda” tiene mucha tela. Se ha llegado a calcular que el corazón de Ole alcanzó un ritmo de 250 a 500 latidos por minuto antes de sufrir un ataque fulminante.
9 Damnoen Saen-um (2003)
Mientras dormía plácidamente soñando quizás con una chica Magnum, Damnoen Saen-um, vendedor de helados de la provincia de Phrae, Tailandia, estalló en estruendosas carcajadas incontrolables. Su mujer Luan intentó despertarlo pero fue imposible y dos minutos más tarde el desdichado moría no se sabe bien si por asfixia o por un paro cardíaco. Tanto da porque lo importante es que murió muy feliz.
10 Eduardo Palomo (2003)
Cantante y actor de telenovelas mexicano, Eduardo Palomo “El Flaco”, conocido por su interpretación del personaje Juan del Diablo, se quedó frío tras un ataque de risa al escuchar un chiste durante una cena. En el sentido homenaje que le hicieron sus colegas, su viuda Carina le dedicó estas palabras: “Para mí es una lección de vida, una lección de amor, algo muy fuerte, creo que Eduardo quiere que nos ataquemos de la risa, porque nunca fue serio por el contrario… ¡así que te vamos a extrañar pinche flaco!».