La mayoría de los usuarios de WhatsApp no han pagado nunca por el servicio, pese a que la compañía asegura que, después de un año de uso, hay que pasar por caja (salvo los usuarios de iPhone, que pagan de inicio 0,79 euros por la aplicación).
Pero con cada nueva actualización de la aplicación, el contador se pone a cero. ¿Por qué? Porque a WhatsApp le interesa que cada vez más y más gente utilice su servicio, y eso es más sencillo si lo regalan.
WhatsApp ha conseguido crear una necesidad en millones de personas a lo largo de todo el mundo.
¿De dónde saca el dinero para subsistir si no cobra nada?
Sencillo: de fondos de inversión, compañías que toman el dinero de sus clientes y lo invierten en otras empresas cuyas expectativas de crecimiento son muy positivas.
«WhatsApp es un verdadero caramelo para los fondos de inversión, porque se ha convertido en una necesidad para las personas. Cada vez que se cae el servicio se convierte en Trending Topic en Twitter. Es una empresa con muy pocos gastos y un potencial de venta muy grande. Cualquier operador del mundo querría comprarla, porque se llevaría a millones de clientes a los que podría insertar, por ejemplo, publicidad. ¿Su precio? 300, 500, 1.000 millones de dólares… En cualquier caso, sería una cantidad exagerada respecto a lo que ha costado montar y mantener WhatsApp», dice Pau Garcia-Milà i Puyol, director de Eye Os.
Así que la cosa parece clara. Un negocio con poca inversión en mantenimiento, montones de empresas que desean financiarla porque a futuro saben que recuperarán el dinero, y millones de usuarios que no pueden prescindir del servicio.